Nos volvemos sin mente cuando estamos riendo. Por eso es divertido.
Tener talento es hacer lo que a uno le gusta.
Para aquellos que hacen lo que les gusta, la vida pasa rápidamente. Para aquellos que hacen cosas que no les gustan, la vida es larga.
Cuando nos dedicamos a nuestra vocación o trabajo ideal, podemos sentir un sentido de misión. Esto nos brinda la fortaleza para enfrentar los desafíos.
Incluso al dedicarnos a nuestra vocación, puede haber períodos en los que no vemos resultados. Sin embargo, si es nuestra verdadera vocación, no nos rendiremos, incluso si ese período se prolonga. Esto se debe a que seguimos los impulsos intuitivos que ocurren en ese momento, encontramos satisfacción y alegría en lo que hacemos, y no buscamos recompensas externas. Por lo tanto, no nos decepcionamos ni perdemos nuestra motivación. Por otro lado, si hay un deseo de obtener recompensas, nos sentiremos desanimados si no vemos resultados.
Hay estudios que son divertidos y otros que no lo son. Los primeros se realizan cuando nos dedicamos a ellos siguiendo nuestra curiosidad, mientras que los segundos se realizan cuando estamos haciendo algo que no queremos hacer. Los estudios realizados de manera espontánea se aprenden más fácilmente y se retienen en la memoria, mientras que los estudios realizados de manera forzada tienen el efecto contrario.
Cuando las personas hacen lo que les gusta, se sienten bien consigo mismas y eso también aumenta su motivación. También es más fácil hacer amigos y se toman más fotografías.
Cuando nos encontramos en nuestra área de talento, nuestra mente funciona más rápido y tenemos más ideas. Por otro lado, si estamos haciendo algo que no se ajusta a nosotros, nuestra mente se vuelve más lenta.
El momento de ducharse nos relaja y es más propicio para tener ideas repentinas.
Cuando estamos hablando con alguien, a veces llega un paquete de entrega o de repente sentimos la necesidad de ir al baño. Estos son momentos aparentemente triviales, pero pueden ser momentos en los que debemos detenernos y reconsiderar nuestras acciones, o momentos en los que nos llegan ideas diferentes.
El despertar por la mañana es un momento en el que no hay ruido en nuestra mente, por lo que es un momento adecuado para tareas que requieren pensamiento. Por otro lado, por la noche, la mente está cansada de los ruidos del día y nuestra capacidad de concentración disminuye.
Incluso al despertar por la mañana o después de una siesta, es más probable que se nos ocurran ideas, por lo que es útil reflexionar sobre un problema antes de dormir. Esto permite que nuestra mente se organice mientras dormimos.
Las ideas y los destellos intuitivos que surgen pueden olvidarse rápidamente. Es mejor tomar notas de inmediato.
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