Ya sea de pie o sentado con las piernas cruzadas, mantén la espalda recta y cierra los ojos durante 20 segundos. Si durante ese tiempo algún pensamiento o palabra surge en tu mente, eso es pensamiento. De ahí nace el sufrimiento.
Luego, cierra los ojos nuevamente durante 20 segundos. Y dirige tu consciencia hacia el entrecejo. Al hacerlo, tu consciencia se concentra en un solo punto, lo que detiene el pensamiento, alcanzando el estado de "no-mind". Es decir, conscientemente detuviste el pensamiento. Además, si respiras profundamente por la nariz lo más lentamente posible y exhalas lentamente, puedes concentrarte más profundamente. También puedes hacer esto con los ojos abiertos.
El área detrás del entrecejo es donde surgen los pensamientos, y es aquí donde los recuerdos del pasado, las predicciones y preocupaciones sobre el futuro aparecen repentinamente. Y cuando alcanzas el estado de "no-mind", estos se detienen y llega la quietud. Es decir, el parloteo involuntario del pensamiento se detiene, y el sufrimiento disminuye. Luego, continúa esta consciencia consciente durante todo el día. Si te acostumbras a esto, tu mente estará en constante tranquilidad y, aunque surjan pensamientos, te darás cuenta rápidamente y te acostumbrarás a entrar en el estado de "no-mind".
Esto es estar en un estado de atención consciente. Lo opuesto a esto es el estado de inconsciencia. Todos, cuando están enojados o emocionados, pueden decir cosas desagradables impulsivamente, y esto sucede porque no están en un estado de atención consciente. Cuando estás observando conscientemente tu interior como acabamos de hacer, estás en un estado de atención y es menos probable que te dejes llevar por tus emociones.
Enfocar la consciencia en el entrecejo es solo un método, el objeto puede ser cualquier cosa. Por ejemplo, mirar las nubes que pasan, enfocar la consciencia en los sonidos ambientales mientras caminas, enfocar la consciencia en la respiración, concentrarse en algo a través de algo que te guste, etc.
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